lunes, 20 de noviembre de 2017

Las ciudades que no duermen

Julie Mehretu, artista africana, nacida en Addis Abeba, Etiopía, en 1970, en sus obras habla de la historia y los conflictos humanos que acontecen a través de un lenguaje muy particular de superposición de capas de estructuras de planos, dibujos a base de borrones, trazos y pinceladas. Es un lenguaje basado en la marca, la cual como ella explica:
 “(La marca) es el primer gesto que pude hacer una persona. Existía hace mas de 4000 millones de años antes de Cristo y es algo que está conectado con lo que somos, con nuestra creatividad”





En una ciudad, frenética, en la que hoy en día estamos acostumbrados a producir constantemente, se nos exige generar ideas y productos a golpe de despertador. Día tras día se exige completa entrega, máxima concentración y constante trabajo. 
Todo esto se relaciona con el marco caótico de la obra de Julie, pues es lo que sus obras transmiten caos y movimiento constante, que es lo que realmente trasmiten los conflictos y movimientos sociales que agitan la historia, o por ejemplo las revueltas sociales en EE UU, México, Brasil y el Norte de África que ella trata y traduce con su lenguaje plástico personal.
Las ciudades frenéticas no se alejan de los conflictos y guerras, las cuales trae con sigo violencia, furia, euforia, energía (ya sea negativa o positiva). Ambas son un cúmulo de movimiento y energía.
Así, tras ver las obras de Julie Mehretu y con el debate que se ha generado con una profesora en una clase de la universidad, han surgido esta serie de relaciones entre la obra de esta artista y las ciudades actuales. 
De esta forma podemos decir que el caos las obras de Julie Mehretu se conecta con el caos de las ciudades frenéticas, ciudades en las que si no eres productivo y no vives con la ansiedad que genera el estar en constante actividad, no eres nadie.
Ambos casos,tanto los conflictos que narra Mehretu, como el caos frenético y la productividad constante de las grandes ciudades, y llamémoslas ciudades que no duermen ( pues realmente esa es la más exacta definición de productividad), son ambas por igual escenarios negativos, destructivos y enfermizos.

He llegado a la conclusión de que al igual que la solución de los conflictos es detenerse, acordar un pacto y firmar la paz, la solución de las ciudades que no duermen es detenerse un segundo, abrir los ojos y mirar, despertar los sentidos para dejar de ver, y empezar a mirar, como ya he dicho anteriormente, y sobre todo dejar de obrar ciegamente para otros y buscar aquello que nace de la necesidad y de uno mismo. Aunque somos niños del ahora y hemos crecido hipnotizados, tenemos que despertar nuestros sentidos y obrar para nosotros mismos  para de esta forma no perder la esencia de las cosas que hacemos y de lo que somos y de alguna forma como las guerras que trata Mehretu, encontrar una paz, una paz interior.  
Hoy como en otros momentos vuelvo a enfocarme en el tiempo, y en la plenitud de los sentidos, mirar en vez de ver, y por otro lado del movimiento. Poco a poco ademas estoy empezando a darme cuenta que me obsesiona el tema del tiempo y el movimiento.

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